Esa es la pregunta que me he hecho hoy al contemplar unas imágenes por televisión, aunque yo, como todos vosotros, sabéis la respuesta.
Hoy lunes he vuelto a ver el enésimo reportaje sobre las “novatadas” en las universidades y colegios mayores de España, y de cómo luego estas imágenes eran grabadas con cámaras o teléfonos móviles y colgadas en “youtube”. Sin entrar en el tema “novatadas” que, más que otra pervesión moral de la juventud es una gamberrada con ánimo de reirse del otro (siempre han estado ahí, y tampoco es una tragedia siempre y cuando no se viole la integridad física o moral de la persona), me gustaría apuntar un detalle que parece haber pasado por alto. Me refiero al vídeo donde toda un aula universitaria (de las que hacen pendiente) de medicina era llenada con estudiantes de primer año de la facultad, y de cómo alumnos de segundo año les tiraban comida y otros elementos encima y que, por lo tanto, ensuciaban también la clase.
Antes de opinar sobre este hecho, me gustaría contar otras anécdotas que he podido observar yo mismo. Me acordé de aquel día 11 de Octubre cuando entrando a la segunda clase del día en la Facultad de Historia, vi un pasillo lleno de pintadas con contenido político acerca del día de la Hispanidad; dejando a un lado su contenido ideológico, me llamó la atención la descripción de los hechos, ya que las pintadas habían sido realizadas en un momento entre las 8 y las 9 de la mañana y delante de las clases “”rebosantes”” de alumnos y de gente andando por los pasillos.
Llegando el año pasado un día a clase por la mañana con un compañero, nos dirigimos a coger un diario a la entrada de la facultad (concretamente El País, cortesía de PRISA); al acercarnos a los montones vimos que todavía estaban atados con la cinta, así que tuvimos que sacar algo cortante (una llave, qué remedio!) para romper la cinta y poder coger dos ejemplares. Pues bien, fue cortar la cinta, coger los diarios y antes de que pudiéramos recoger el trozo de precinto caído en el suelo que una señora del servicio se nos acercó y nos medio echó la bronca, por “ensuciar” a su juicio las instalaciones. No le dimos importancia al asunto (que la verdad no la tiene…) y subimos a clase como si nada.
Ahora bien, analizando estos tres acontecimientos… ¿no se le escapa a nadie algo? ¿Es un acto bandálico el dejar caer (sin alebosía) un trozo minúsculo de cinta al suelo, mientras en otros lugares se habilitan aulas universitarias (¡de medicina!) para hacer batallas de comida al estilo película incomible americana? ¿O para dejar pasar a una persona con un esprai de graffitero para ensuciar las paredes? Más que darle valor a los hechos en sí, me llama la atención el trato que se le dan a diferentes aspectos del civismo en la universidad. Y no es creíble que esta batalla de comida organizada en esa clase haya sido realizada “destrangis” o en la clandestinidad, así que me inclino a pensar que algun ““Consejo universitario”” ha cedido o habilitado un aula para esta muestra de estupidez y guarrería. Y tampoco me creo que el chico/a que realizó las pintadas las haya realizado en un tiempo record sin ser visto por algun becario o profesor (que tanto nos “comen el coco” con el respeto por el mobiliario).
Los hechos en sí no tienen importancia alguna, lo que tiene importancia es la significación que se les da, es decir, mientras que a un cualquiera le pueden reprender por no recoger algo caído al suelo, por entrar a los lavabos cuando se friega o por pisar una brizna de hierba (sí, de esa espléndida y fabulosa hierba que nos ha plantado pleno Barcelona), a una organización estudiantil se le da “barra libre” para hacer lo que le plazca. Bien sea por dar ese aire de “movimiento estudiantil progre” a la universidad, o por hacer la gracia con corazones da vaca y salir en el telediario (¡y estos son los médicos del futuro! Dios), lo que es verdad es que existe (como todos ya sabíamos) ese incivismo tolerado. Nos comen la cabeza cada día, con carteles informativos, promociones de los transportes públicos, charlas, manifestaciones por la capa de ozono… con el hecho de respetar nuestro entorno (el natural o el mobiliario), pero visto lo visto parece que más que buscar el bien común buscan el salir en portada con la bandera del civismo. Y qué decir de los ayuntamientos y sus medidas contra el incivismo…
En fin, aquí tenemos otro episodio de doble moral que afecta el ámbito de la universidad, y que sin ser una grave amenaza para nadie (que nadie llame a “la Noria” de Tele 5 o a Antena3) nos da a entender el grado de civismo del que gozan algunas organizaciones tan “progres” y cívicas.