Como ya es sabido, el miércoles pasado día 28 el entrenador del Sevilla Club de Futbol, Juan de la Cruz Ramos (Juande Ramos), recibió un botellazo por parte de algun energúmeno del graderío del Ruiz de Lopera. El partido fue suspendido al instante y el técnico tuvo que ser llevado en coche-cama inconsciente hacia el hospital.
No hace falta decir que los días anteriores al encuentro ambas directivas y cuerpos técnicos se enzarzaron en una “batalla dialéctica”, absurda y fuera de lugar (que si no quiero recibir la medalla del centenario bético, que si no me siento al lado de tal…), calentando, aún más si cabe, el ambiente entre aficiones.
No hace falta decir que los días anteriores al encuentro ambas directivas y cuerpos técnicos se enzarzaron en una “batalla dialéctica”, absurda y fuera de lugar (que si no quiero recibir la medalla del centenario bético, que si no me siento al lado de tal…), calentando, aún más si cabe, el ambiente entre aficiones.
Es curioso ver como el derbi sevillano cada vez alcanza un nivel más de niñería y de “gilipollez”. Mientras que derbis como el Barça-Espanyol, Real Madrid-Atlético (bueno, en este hace dos semanas hubo algunos coches de prensa atacados por salvajes…) o Barça-Real Madrid… la violencia va en descenso, en el sevillano aumenta cada año más. Altercados como los de los alrededores del Bernabéu hará unos años, entre policia y grupos Ultra Sur (donde por cierto hubo un atentado terrorista de ETA, con coche bomba, sin víctimas), los penosos acontecimientos de la vuelta de Figo al Camp Nou u otros van quedando atrás, mientras que en Sevilla cada año arman una más gorda.
Lo que quiero ahora es hacer una reflexión sobre un hecho que ha pasado desapercibido por muchos medios: las reacciones de algunos jugadores y técnicos del Sevilla.
En las imágenes del botellazo, una vez producida la agresión, podemos ver al delegado del Sevilla, Cristobal Soria, dirigiéndose a los jugadores sevillistas indicándoles que abandonen el campo, que se van, que se anula el partido. Es aquí donde me quedo perplejo, al ver como este sujeto (famoso por su comportamiento estúpido y pueril) empieza a dar palmadas en el pecho de sus jugadores y a aplaudir; no queda la cosa aquí, ya que en una imagen podemos ver al guardameta valenciano Palop y a su compañero, el delantero J. Navas aplaudiendo y alzando el puño, mientras entraban a los vestuarios. ¿Alguien me puede decir de qué se estaban alegrando? Yo todavía no he encontrado respuesta.
Es decir, mi entrenador, una persona, un compañero de trabajo, un colega, ha recibido un botellazo en la cabeza, ha quedado inconsciente, y yo me dedico a aplaudir y a levantar los brazos para calentar a la afición (hay un enlace abajo donde se ve toda la escena). No sólo eso, sinó que el ansiolítico Navas (me creía que era sensible este chavalín…) y su compañero Palop (son los que se ven más en la imagen) aplauden y levantan el puño… triste, patético, nauseabundo… Mi solución, sanción ejemplar a estos tres individuos, y ya verás como la próxima no se alegran de que su entrenador reciba un botellazo.
También es digna de mención la reacción del banquillo sevillista, saliendo a celebrar el gol de Kanouté En este momento, el señor Soria empieza a saltar y mirar hacia la grada con desdén…
Claro está que ambas directivas han colaborado para llegar a esta situación, y no estoy hablando de éstas últimas semanas, me refiero a los últimos años. Desde el episodio de las vengalas en el Ruiz de Lopera, pasando la agresión de un guardia de seguridad por parte de tres yogurines de 13 y 14 años (en este partido hubo otro intento de agresión a Prats, exportero del Betis; un desheredado con muchas copas de más intentó saltar encima del guardameta, cosa que no consiguió ya que iba dando tumbos) y llegando a los incidentes de hace tres semanas en el Ruiz de Lopera (donde sevillistas rompieron media grada; esta acción fue respondida con una gran pancarta donde se podía leer: ZONA INUTILIZADA, o algo del estilo. Qué originales!). Durante las semanas previas al partido de vuelta de la Copa, fueron sucediéndose incidentes que no hacía más que atizar el fuego. Primeramente del Nido, presidente del Sevilla, no quiso recibir la medalla del centenario bético alegando la presencia en ese acto de un busto de Lopera; más adelante, la junta del Betis comunicó a del Nido la prohibición de entrada al palco en el Ruiz de Lopera. Finalmente, tras un cruce de acusaciones y de insultos y la intervención de la Junta de Andalucía para calmar los ánimos, el partido se jugó, con los resultados ya conocidos.
¿De quién es la culpa? No vale la pena ponerse a analizar la situación y ver qué equipo o qué directiva tiene mayor culpa, ambas son culpables. Desde la falta de educación de del Nido hasta el desdén y el semblante chulesco de “don Manué”.
Es curioso también como los propios jugadores y entrenadores ponen su granito de arena en el asunto. No hablo ya de sevillanos, sino de jugadores de muchas nacionalidades o lugares de la Península, que nada más llegar a esta ciudad se les contagia una especie de alergia subcutánea contra su rival, ya sea por caer bien a la afición como por sentirlo así.
Aquí también es interesante ver la actuación de las aficiones en cada derbi. Es obvio que no toda la afición sevillista o bética es radical o violenta, pero la actuación de unos pocos las estigmatiza. Este derbi es conocido como el derbi de la guasa y del salero: pues yo no se lo veo por ninguna parte. Viendo como despedía una parte (se oía bastante por eso) del graderío al técnico sevillista (“Juande muérete, Juande muérete…”) y los actos anteriores (altercados en los alrededores del estadio) y posteriores, más bien parece el derbi del odio visceral. Esto es algo que está muy arraigado en la capital andaluza: el hecho de pensar que nosotros somos los mejores, que lo nuestro es lo más gracioso y que lo demás es secundario. Recuerdo también otras salidas del Sevilla FC a otros campos andaluces durante su etapa última etapa en segunda división, cuando siempre acababan “a palos” con las aficiones rivales (Málaga, Huelva…).
Todavía recuerdo la pregunta de un chaval de unos 13 años al ex defensa del Sevilla, Pablo Alfaro (recuerdo que este jugador ha estudiado medicina): “¿Operarías a un bético?, a lo que responde seriamente y con maestría el jugador: “Todos somos personas, y no importa la raza, la religión, o a quien apoya en el futbol”. Ya sé que el chaval que la hizo tendría 12 años o así, pero ya ilustra lo que vivirá en casa, y actos como los de esta semana no creo que ayuden a evolucionar emocinalmente a este niño.
En conclusión, cada año va a peor esto del derbi sevillano. De momento no ha habido desgracias mayores, pero no parece que esto mejore con los años. Los dirigentes se van volviendo más estúpidos por minutos, y las aficiones no paran a reflexionar sobre esto del futbol. La guasa y el salero no se lo veo, por mucho que me salgan “los del río” o los morancos cantando y haciendo bromas sobre el partido. ¿Tanta tensión hay en Sevilla? ¿Hay tanto en juego? ¿No hay otra preocupación en la capital andaluza? ¿Tan vacías estan las vidas de los energúmenos que causan estos incidentes?
Ya sea por que ambos equipos han sido toda la vida mediocres y humildes, y el hecho de no poder competir con otros grandes tales como Madrid, Barcelona, Valencia, Atlético... les hace ver el derbi como una final para ver quien es el mejor equipo del “universo”, o ya sea porque el calor sofocante de la capital andaluza actua al estilo Oriente Próximo, lo cierto es que estos últimos incidentes no han sido, ni seran, los últimos. Tendran que tomar medidas, ¿no es así?
http://www.elmundo.es/elmundo/2007/03/01/videos/1172704157.html-- vídeo
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